CANCIÓN PARA MI MAESTRA
Joan Manuel Serrat
 
 
Érase una vez... usted, maestra,
y su mundo de tintero y banco,
pizarra y delantal blanco.
 
Buenos días, por la mañana, nos decíais, en pie
entre dos fotografías y una cruz,
  (1) 
una oración y una canción
y un beso en la mejilla.

      Buenos días, maestra...

Pero usted nunca supo, maestra,
que cuando quería que cantara
que tres por una eran tres
mis ojillos arañaban francamente
las rodillas que púdicamente
usted apretaba y apretaba,
pero un número no vale

      lo que una piel rosada.

A pesar de que nos hacía ir a la iglesia
y me quitaba el regaliz
  (2) 
aquél
era un mundo pequeño y maravilloso,
un mundo de tizas de colores
que usted pintaba
y usted borraba...
Sólo usted, rodeada de curas,
  (3) 
le daba la razón de llamarse
a un mundo de cuatro palmos.

Y si alguna vez piensa en mí, maestra,
que de sus ojillos azules
nazca siempre aquella paz
que me hacía un poco más dulce la escuela
y que no se le haga un nudo en la garganta
diciendo: ,
han llevado a mi puñado de pequeños...»

      porque usted no sabía, maestra,

que el mundo es siempre el mundo,
que el hombre siempre es el hombre,
pero no es lo mismo
su olor,
¡ay! maestra,
que el aire de la calle.

 
 

(1) El decorado habitual de la clase de un colegio de los años 50 y 60 eran pupitres de madera, un encerado al lado de la mesa del maestro, y en el centro de la pared un reloj, una fotografía de Franco, otra de José Antonio Primo de Rivera y un crucifijo.

Los niños íbamos con los niños y las niñas con las niñas.

Las batas de los niños eran azules y las de los niños de color rosa.

Los maestros no solían llevar bata (guardapolvo) pero las maestras si, de color blanco como dice la canción.

Se solía empezar la clase con una oración como también refiere la canción.

 

(2) Para motivar a los chicos si habían hecho buenos exámenes y bien lo deberes los maestros les premiaban con regaliz, dulce en forma alargada con gusto mentolado de color rojo o negro.

 

(3) En aquellos tiempos, como supongo en muchos otros países, la presencia religiosa en las escuelas era notable.

Siempre daba clase de religión un sacerdote y si era un colegio religioso gran parte de los maestros eran religiosos.

 

 
 
 Cançó per a la meva mestra
Versión original en catalán


Temps, fa temps hi havia, vostè, mestra,
i el seu món de tinter i banc,
pissarra i davantal blanc.
Bon dia, de matí, ens deia dempeus,
entre dues  i una creu,
una oració i una cançó
i a la galta un petó.

      Bon dia mestra...

Però vostè no ha sabut mai, mestra,
que quan volíeu que cantés
que tres per una feien tres
els meus ullets grataven francament
els genolls que púdicament
vostè apretava i apretava
però un número no val

      el que una pell rosada...

Malgrat ens feia anar a església
i em prenia la regalèssia
aquell
era un món petit i meravellós,
un món de guixos de colors
que pintàveu vós
i esborràveu vós...
Sols vostè voltada de capellans
donàveu raó per a dir-se
a un món de quatre pams.

I si mai penseu en mi, mestra,
que dels vostres ullets blaus
hi neixi sempre aquella pau
que feia un xic més dolça l'escola
i no s'us faci un nus la gola
dient:
el meu grapat de menuts...»

      perquè vós no sabíeu, mestra,

que el món és el mateix...
que l'home és el mateix...
i no és el mateix,
l'olor de vostè,
ai! mestra,
que l'aire del carrer.
 
 
 
 

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